jueves, 29 de abril de 2010

30º-Extraer


Uno de los mandamientos reza: No robarás. Y cuando lo incumplimos y hacemos hileras de lápices y de gomas de borrar que en un descuido del compañero de pupitre introducimos en la mochila, y cuando en el cuarto de baño, en una fiesta social, nos embelesan las motas blancas sobre fondo negro de las pinzas de pelo de la anfitriona y las metemos en el bolso, entonces, sabedores de que los preceptos no pueden ser dinamitados, entonces queremos arrepentirnos.
Hay una película llamada "El buen ladrón", protagonizada por Nick Nolte, un Robin Hood de las obras de arte de un casino de la costa azul. Hay un Spiderman que aterroriza al barrio, que surca los techos y penetra en la noche puertas con barrotes de áticos, corren sospechas que sea rumano. Hay un escritor acusado de plagio que presenta una denuncia por difamación, alude a que se valen de su persona para granjearse fama dada la nula calidad de sus textos originales. Hay alarmas que no sacan del sueño a nadie sonando fuera, estropeando el descanso. Hay sonidos en el pasillo y una petición en el tribunal constitucional para que el hurto sea considerado delito de sangre y penado con severidad.
Decimos que aquellos que sustraen lo que no les pertenece atentan contra la propiedad privada, merecen que les cortemos las manos, que son unos desalmados a los que la ley puede atajar de proponérselo en serio, porque son pocos y de nocturnidad en sus hábitos, cobardes. Decimos que extaer y sustraer no son acciones análogas, de hecho extraer está en sintonía con la contemplación, es un método correcto, extrae consecuencias el que se dedica a vivir en el tobogán hasta que recapacita y pisa tierra firme, extraen científicos las células dañinas de un cuerpo al que insuflan vida cuando los de la seguridad social lo dieron por perdido, extrae el escritor del rostro de la chica que tiene enfrente un matiz que consigue que la ame de inmediato, como sólo aman esos matices los que se dejan la existencia en no plagiar las impresiones que ese mismo lunar ha causado en otros.
Extrayendo se consigue lo positivo de hacer nuestro algo a la vista de todos pero que les pasa desapercibido, sustrayendo una estancia en presidio, una multa acorde al valor del hurto. El que sustrae, incluso los que guardan prudencia a quedar en primera linea y se sustraen a sí mismos, es señalado como un peligro que toma lo que no le pertenece. El que extrae tiene las prebendas de la sociedad que se abalanza ante los jerseys a mitad de precio en temporada de rebajas, él lo vio primero, hasta entonces era tierra de nadie, no constaba de copyright. Los mandamientos han de cumplirse, los verbos los conjuga la realidad, y aquí robar, desde el que teclea a el que cubre las cámaras de vigilancia y oye el corazón de la caja fuerte, asalta, atraca, sustrae, rapiña, despluma, extrae y se apodera, ¿quién afirmaría que por naturaleza conformistas?

martes, 13 de abril de 2010

29º-Bandera


Ante esta bandera no vas a poner una mano en el pecho y permanecer erguido, tarareando un himno que no tiene letra o está compuesto en un idioma que desconoces o es una letra en la que resbalas, igual que resbalas cuando pisas un charco de sangre.
Ante esta bandera no gritarás: ¡Alto el fuego!, ni te irás a una esquina del cuadrilatero a que un señor que viste bata te sane las herida de la ceja. Estás en una realidad daltónica, los símbolos fueron despojados de sus cualidades porque les gastaron las interpretaciones.
Ante esta bandera no sentirás un fulgor que haga que la ondees al viento cuando la baliza esté de periodo de quietud. No la prenderás en llamas, no clavarás su empuñadora en la tierra donde el césped, no la usarás como almohadilla para tus posaderas.
Ante esta bandera no olvidarás a Ernesto Cardenal, hábitos de sacedorte incuídos, arrodillado frente a un impostor que le increpa y le amonesta por atreverse a modificar la doctrina, recordarás el lema "El trabajo te hará libre", ante esta bandera quedarás desnudo, recién nacido que no conoce el uso que tienen los objetos.
Ante esta bandera, como ante cualquier otra, o ante un estandarte, pancarta, repararás en la pureza de la tela, en que su superficie es adaptable para causas contrarias, en que no hay constancia de que las empuñaduras provoquen alergías.
Ante esta bandera hoy unos muchachos son Tom Sawyer, Attila, un guardia de caballería que rebasa las defensas del enemigo. Ante esta bandera juegos, venganzas saciadas, espacio vital, guerra justa.
Antes de esta bandera hay un ser humano. Después de ella un portador, un súbdito, un fanático o un patriota cuando no todo ello a un tiempo. Hay gentes que dicen no tener bandera, gente que miente y enarbola una alternativa que en el momento en que deje de serlo impondrá sus señas de identidad, la cacareada revolución, labor extraordinaria para costureras.
Esta bandera no es mía, no por neutra, tampoco una de aires llamativos es mía. Esta bandera no es tuya ni de aquel. Guárdate de las banderas, no las guardes esperando que sea propicio colgarla del balcón, no te cubras con ella si arrecia el frío. Para saber de la bandera, de dónde uno viene, hacia dónde se dirige, suficiente posar la yema de los dedos en los pómulos de la persona que tengas más cercana, en tus propios pómulos y recorrer la imperfección hasta el pie. Huesos y carne, ante esa bandera.

lunes, 12 de abril de 2010

28º-Invasión


No es necesario disponer de espíritu polaco para sentirse invadido. No tengo intención de ofender a los polacos, ni de paso tampoco a los catalanes, pero me temo que quedarán como un pueblo asolado por cruzadas, guerras relámpago y desde ahora accidentes aéreos. Están invadidos por alemanes desde occidente, por soviéticos desde oriente y por lo que desvele esa caja negra sea fallo técnico o humano. Pero de invasiones sabemos, la de los ladrones de cuerpo, las invasiones bárbaras, la de una célula cancerígena que persevera hasta infectar la mayoría de las 75 trillones de células que componen el cuerpo humano lo que no nos deja otra salida que claudicar.
Qué remedio, aprende a convivir con los invasores, evita ponerlos entre la espada y la pared si no quieres que cuando se volteen las tornas ellos te tengan de rodillas implorándoles una tregua que en ventaja no te piensan conceder. Ricardo Piglia lo relata a la perfección en el cuento que describe la primera noche en una celda para un preso al que toca compartir suelo, la comodidad de una cama no casa con el confinamiento, con otros dos reclusos. Cuando el nuevo, el invasor, entorna los párpados se detiene en que sus compañeros forman un único cuerpo, que ambos se enlanzan sobre el piso como en escalera de caracol, entonces él, al que el sigilo del deseo no va a enturbiar el sueño se siente invadido, el mismo día en que para dos extraños fue el elemento de discordía como cualquier novedad que nos es impuesta.
En este siglo que nos toca vivir las invasiones son subliminales, infecciones trasmitidas por el boca a boca, la publicidad de las vallas de carretera, la radio del vecino cuyos decibelios te atronan el tímpano hasta el punto en que terminas por tararear la música que envuelve el anuncio de una encimera. La invasión inmutable es la del cansancio. El tedio o el hastío penetra las defensas y acampa en la fortaleza ajena, corta la circulación de las extremidades inferiores, impide que te pongas en pie, forma un maremagnun allá tras el bastión del cráneo. Su ocupación no es definitiva salvo en casos de depresiones que impulsan al suicidio, o a lo quinta columnista en neuróticos que varían periódicamente de forma de gobierno. De ello extraigo que las invasiones aunque periódicas tienen un happy end, solemos olvidar que nunca todos pierden, y que el reo mañana volverá a su papel de invasor de la intimidad de los amantes, y que puede que Polonia renazca de veras democrática después de la conmoción, incluso que nos toque a nosotros invadir desde las ciudades limítrofes con África el otro continente, aquel del que ahora nos defendemos con anticuerpos uniformados a cargo del estado y con vallas electrificadas y con guardias costeras que patrullan el Mediterráneo, esa charca que a unos ahoga y a otros les sirve para levantar edificaciones a pie de playa.

27º-Apuestas


Hasta 1976 las apuestas eran ilegales en Atlántic City, y lo entiendo, guarda a las gentes de lo que pueda causarles mal. Porque apostar es una acción que requiere cabeza fría y la intempestiva del todo o nada apetitosa para la fortuna que a menudo nos esquiva conduce a la bancarrota, la trifulca conyugal o la exención de pago. El futbolista que se torció el tobillo rabia de dolor y alguien en la grada masculla al espectador que se sienta a su derecha: Ves, apostaba lo que fuera que abandonaba el campo en camilla, estaba por ver cuánto duraba.
Nunca sale la totalidad indemne en lo que rodea a una apuesta, no sólo apuestas lo que sucede, también apuestas lo que pudo haber sido y no es. Un caso, estás en casa con una manta que te cubre por la cintura y en televisión pasan una película de terror adolescente, a ti que el género te parece simpático a la vez que ridículo se te ocurre romper la intriga y predices que la primera muerte será la de la chica rubia tonta. Apuestas a caballo ganador, tienes unos amplios conocimientos fílmicos y la lengua salada tras el consumo de un cuenco de palomitas. Digamos que apuestas tres euros, sucede sin embargo que tu compañía, llámala novia, llámala ligue eventual, llámala perro (sin dobles acepciones), te mira de reojo porque es una puritana que nota en ti inclinaciones hacia las máquinas tragaperras, porque te has empeñado en ver una película intrascendente cuando ella tiene por fetiche al diréctor de cine Manoel de Oliveira o porque la condición natural de sus cuerdas vocales apenas le alcanzan para ladrar. Apuestas y nadie te replica, luego no tienes nada que perder y si además aciertas esbozas una sonrisa de bobo, la chica rubia apuñalada en la ficción, en ese aborto fílmico que te distrae, ha sido torturada y acuchillada manchándote a ti que estás de este lado de la pantalla. ¿Y si fuese real?
Imagino a Charles Bukowski dando tumbos entre los asientos de un hipódromo con la clave para salir con la billetera hinchada, calle 5- calle 2, en ese orden, lo que le diferencia del apostante es que lo hace trabajo, no se da un suspiro y tienta a la suerte, él está hermanado con la fortuna que le ha chivado los designios que han de venir, o se convence de ello ya que es un buscavidas al que la pereza le priva de una columna semanal en un diario de Massachusetts donde las apuestas están restringidas a locales con autorización expresa, es decir capaces de sobornar a las autoridades competentes. Lo imagino y pienso en ludópatas que llegan al paroxismo de visionar Scream y Halloween en grupo jugándose el brazalete que ganaron a un fullero en un casino de Mónaco a que el rector de la universidad es el asesino, y entonces sí, les recomiendo que se lo hagan mirar, que los trate un especialista, o al menos que el que programa las películas que ponen en televisión no se muestre crupier impecable.

domingo, 11 de abril de 2010

26º-Opinión


He oído que escritores como Michel Houellebecq disponen de una cuenta en Google que les avisa si su nombre ha sido citado en la red. El mismo "enfant gâté" de las letras francesas confiesa que siente curiosidad y que no se resiste y que puede ser un blog donde ensalzan su provocación o una revista literaria progresista que lanza dardos a su persona, que a él le concierne el asunto. El restraeo que lleva a cabo Google quizá lo dirija hacia aquí y lea, conoce el castellano, su nombre en la primera línea, pero tranquilo Michel, aquí soy yo del que se habla, escribo lo que supongo, otros opinan de mí.
1: Da gusto conversar con él, pero termina por cansar, nunca tiene una idea concreta de lo que dice, parece que improvisa sobre la marcha, defiende posturas contrarias, y cuando hace de oyente te taladra con la mirada, no lo soportaría más allá de dos cafés, carajillos en su caso.
2: Si tuviera que definirlo usaría dos calificativos, impulsivo y camaleónico, no sabes por donde va a salir, o sí... es el espíritu de la contradicción, creo que por eso no encuentra el camino, conoce sus limitaciones y ha desistido, mediante la ambiguedad alcanza la (in)felicidad.
3: Egoísta, engreído, egocéntrico, sin modales, usa a las personas y a las situaciones como películas que se le representaran en exclusiva, para poderlas moldear a su antojo, tiene complejo de Diós, el cual prefiero antes que el uso manipulador que hace de Sócrates. Una hiena.
4: Le basta un paquete de cigarrillos, una novela o un ensayo, no necesita de perfumes ni de compañía, no ronca pero tampoco es que duerma mucho, puede pasar días en letargo y de pronto emprender mil acciones a un tiempo. Un loco peligroso, un sedentario completamente cuerdo.
5: Nunca llegaré a conocerlo, rehuye mis porqués y cuando encara los problemas suelen ser altas horas de la noche, se mueve por impresiones y yo soy de los que he caído en gracia aunque no sé porqué me da que hay algo detrás de la pose, temo que sea otra pose y así hasta el infinito.
La opinión de los demás pasada por el filtro de los ojos que reparan en que me miran cuando creen que no los atiendo. Y no necesito de alertas de Google. Los otros nos ven como queremos mostrarnos, y a la vista está, no es que salga malparado.