martes, 13 de abril de 2010

29º-Bandera


Ante esta bandera no vas a poner una mano en el pecho y permanecer erguido, tarareando un himno que no tiene letra o está compuesto en un idioma que desconoces o es una letra en la que resbalas, igual que resbalas cuando pisas un charco de sangre.
Ante esta bandera no gritarás: ¡Alto el fuego!, ni te irás a una esquina del cuadrilatero a que un señor que viste bata te sane las herida de la ceja. Estás en una realidad daltónica, los símbolos fueron despojados de sus cualidades porque les gastaron las interpretaciones.
Ante esta bandera no sentirás un fulgor que haga que la ondees al viento cuando la baliza esté de periodo de quietud. No la prenderás en llamas, no clavarás su empuñadora en la tierra donde el césped, no la usarás como almohadilla para tus posaderas.
Ante esta bandera no olvidarás a Ernesto Cardenal, hábitos de sacedorte incuídos, arrodillado frente a un impostor que le increpa y le amonesta por atreverse a modificar la doctrina, recordarás el lema "El trabajo te hará libre", ante esta bandera quedarás desnudo, recién nacido que no conoce el uso que tienen los objetos.
Ante esta bandera, como ante cualquier otra, o ante un estandarte, pancarta, repararás en la pureza de la tela, en que su superficie es adaptable para causas contrarias, en que no hay constancia de que las empuñaduras provoquen alergías.
Ante esta bandera hoy unos muchachos son Tom Sawyer, Attila, un guardia de caballería que rebasa las defensas del enemigo. Ante esta bandera juegos, venganzas saciadas, espacio vital, guerra justa.
Antes de esta bandera hay un ser humano. Después de ella un portador, un súbdito, un fanático o un patriota cuando no todo ello a un tiempo. Hay gentes que dicen no tener bandera, gente que miente y enarbola una alternativa que en el momento en que deje de serlo impondrá sus señas de identidad, la cacareada revolución, labor extraordinaria para costureras.
Esta bandera no es mía, no por neutra, tampoco una de aires llamativos es mía. Esta bandera no es tuya ni de aquel. Guárdate de las banderas, no las guardes esperando que sea propicio colgarla del balcón, no te cubras con ella si arrecia el frío. Para saber de la bandera, de dónde uno viene, hacia dónde se dirige, suficiente posar la yema de los dedos en los pómulos de la persona que tengas más cercana, en tus propios pómulos y recorrer la imperfección hasta el pie. Huesos y carne, ante esa bandera.

1 comentario:

  1. Que crack, aunque yo en lugar de poner hun charco de sangre, lo hubiera puesto de otra cosa.

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