domingo, 2 de mayo de 2010

32º- Despersonalízate


Te vas a ahorrar disgustos y consecuencias y las terribles decisiones ante senderos de jardines que se bifurcan. Nadie va a achacarte que tomes partido por una opción que cuenta con la animadversión generalizada, nadie te va a acorralar pidiendo que de adhieras a su causa, intentando convencerte, no les será necesario. Despersonalizado no has de poner resistencia, vas a entrar en la mentalidad Zen, ligero como el tallo de un junco al lado de un río, voluble, como la masa óptima de las tortitas del desayuno. Nunca pisarás un reformatorio, tampoco el presidio de máxima seguridad del estado, en su lugar rozarás la cúspide, levitarás ya que te has desprendido de la gravedad de tener opiniones y el suelo quedará cubierto por los cadáveres de los que aun sostienen creencias propias.

Los jóvenes a menudo se escudan ideas que sus padres desecharon, los adultos marchan ante recepcionistas a pecho descubierto aunque las empresas estipulan un presupuesto para dotarlos de chalecos antibalas, los ancianos gritan al televisor de la tarde, meriendan, pasean por el barrio y gritan ante el televisor que les ofrece las noticias en sesión nocturna. Las edades del hombre se suceden conforme mengua su carácter, para perpetuarse se valen de tretas: obedecen, se cuadran, discrepan manteniendo las formas, con la venia, si me permite, siento no converger con usted. Las personalidades están abocadas como los vicios a desprenderse de quien las porta, salvo en casos concretos, de cruzados que raptan a su prometida y renuncian a la herencia familiar de un piso en propiedad, salvo en ese chico que habla cinco idiomas y toma la carrera de diplomático y acaba en África traficando con armas para emular a su poeta francés de cabecera. En la etapa final de la juventud es cuando se claudica o se firma el exilio, cuando se encara o cuando se retrotrae uno a la dirección a la que sopla la opinión pública.

Y pobre de aquellos que se mantengan en sus trece, que quieran conservar su porción de trinchera porque de ellos está lleno el cementerio de los mártires, de las causas perdidas a las que guardan devoción revolucionarios, senadores incorruptibles, particulares de fuerte carácter. Y pobres los que los rodean y apoyan sus decisiones inconscientes, que encima les animan a realizarse, que los incitan a no darse por vencidos porque serán castigos por cómplices y no podrán esgrimir como atenuante que lo se limitaban a apoyarlos, que en su fuero interno nunca dejaron de condenar las acciones de esos locos que confundían molinos con gigantes y gigantes con damiselas de esas que hacen que extravíes el rumbo, con las que no compartes el lecho de derrotado ya que siempre consiguen salvarse del fuego. Y pobre el que se empeñe en sacar punta al círculo, en denunciar en un papel que incluso los rebeldes terminaron por asentarse, que los disidentes asintieron, que los sentidos no son reductibles a una fórmula y que llevan a cabo su función pese a que sean reprimidos.

Despréndete de la carga, calcina los restos, depura los vestigios que puedan quedar pegados a las paredes de tus vivencias, acepta la invitación para pasar unos días en Benidorm en un hotel de muchas estrellas con sala de masaje, conténtate con el recuerdo de una vez y si no es suficiente, cuenta anécdotas de entonces, otra de las ventajas del estado neutro es que al trasluz a nadie resultas repelente.

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