miércoles, 26 de mayo de 2010

40º- Fotografía


Describe una fotografía, una en la que salgas retratado. Hazlo como si se tratase de un Matisse, déjame que te muestre: Un cielo cubierto por perfiles de montañas; en el centro, atrás, una serie de casas, fincas dispersas o un poblado de campesinos al que se llega por una carretera pedregosa; observan la luz del flash dos adolescentes, bronceados de verano, mirando desde las alturas, están a dos mil metros, están en mangas cortas, uno de ellos con la cabeza rasurada; ¿los reconoces? ¿Sabes cómo llamar a la distancia que hay entre el obturador y la escena? Tiempo transcurrido, percepción, tu percepción que fotografías una foto presionando el interruptor de la memoria, acaso seas el chico del cráneo rasurado y la camiseta roja que estropea el equilibrio de la composición no más que la desproporción de las figuras humanas, perecederas, cambiantes. Puedo decir el nombre del lugar, incluso llevarte hasta allí, al mirador que produce vértigo a los aprensivos, a la cafetería donde desayuné en la que colgaba comida del techo, con la nariz que me sangra por la sequedad del ambiente, pero por favor, no me pidas que participe.

Es inútil compilar retazos de una vida escogiendo fotografías, las vacaciones de aquel verano en la costa hieden a carne putrefacta, la de quienes han fallecido, vía natural, vía asesinato ante un juez, el rostro de efebo y el cabello donde no asoma ni una cana te han de producir pesar, aunque no eres supersticioso, las fotografías no te robaron el alma, no pueden como tampoco pueden prolongar la felicidad o ser lo suficientemente morbosas: contrapicado desde una terraza, a un tipo le asestan varias puñaladas, en la camilla tomas sus vísceras en panorámica, apenas a unos pasos del mar. No pueden y sin embargo lo consiguen, te derrotaron. Cierto que no posees cámara fotográfica, que llegaste a manejarte durante el proceso de revelado, que por si los imponderables compusiste un fresco que ayudara a entender quién eres cuando faltes, cierto que en las fotos apareces menos natural que de costumbre. Ganaron porque no bastan las palabras para fotografías, falta una cámara oscura, una iluminación que incida en el negativo y un visor de este lado, que apunte y olvide, que recuerde y cambie de álbum.

Como si trataras con un invidente, descríbeme sacando una fotografía, en la que tomo un portafolios de color azul sobre el cual se apoyan unos dedos que esconden una mirada que a su vez me está captando a mí, que pulsa su retina y en verdad me roba la cordura, porque observa, no dispongo de aparato, estoy plasmado dentro de lo temporal, te fijo junto al árbol ideal al que acudo siempre que capto un árbol, en la categoría de sonidos perdurables, entre las fotografías a las que vuelvo, las que describo para ilustrar posteriormente según me antoje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario