domingo, 26 de septiembre de 2010

71º- Estarás copado


Probablemente esté equivocado, que tú no seas el blanco de tiro y que yo dispare con la ley “suelta el gatillo, toma lo que te pertenece”. Y que no lo haga en legítima defensa y cometa asesinato. Seré consecuente, el tiempo no hace justicia a los chivos expiatorios. Si te herí al menos te llevarás los honores, la estrella púrpura al valor, las condecoraciones y emblemas que adornarán la solapa del pasado, las recomendaciones que circularán como la pólvora hacia el escalón desde el que recibirás las alabanzas de una multitud de súbditos anhelantes de protección. Si sobreviviste… Pero que sepas que no me arrepiento, la penitencia es cosa de fanáticos que nunca las tuvieron todas consigo. El que me cogiera en un renuncio o dubitativo, según la cláusula de principios cardinales que redacta la persona, debía ajusticiarme, guillotinarme, apalearme, no pienses que los mosquitos son selectivos a la hora de extraer de la picadura, la elección se ajusta a la cercanía, los parámetros compuestos que reparan en si la sangre dulce o amarga los estableció alguien a quien apuesto me sería imposible tratar con camaradería. Ámame o déjame, sírvete del melodrama, calúmniame en la sección de cartas al director de un diario de provincias, rasga mi reputación como harías saltar las costuras de un mantel cosido en las Filipinas por un atajo de esclavos siervos de un telar y de una artesanía 100% europea, lanza el recuerdo a través a la cuneta de la autopista que transitas burlando el asfalto resbaladizo a toda velocidad. Piensa en lo que fui siquiera por unos instantes, el otro que te saluda en el espejo cuando comprobabas que el conjunto iba acorde, camisa blanca- pantalones oscuros- cinturón marrón. Tráeme de vuelta, concédeme la condicional, si me porto, si no armo jaleo, si ocupo el espacio asignado, no en vano yo soy tú, o lo fuimos, y sueno a psicópata, por lo que tomaré el desvío de la concreción para evitar malentendidos.

Cualquier análisis de una naturaleza orgánica depara irrefrenables direcciones, un cruce de senderos, una arteria obstruida porque en ella desembocan las células necesitadas de un baño tonificante en aguas heladas, a poder ser en un jacuzzi. Cualquier persona es inestable, hay que tratar a la gente pensando que son pólvora, jarras de porcelana traídas desde oriente siguiendo la ruta de la seda, perros afectados por un virus que se creía extinto y que reverdece su mansedumbre impidiéndoles ver el bosque bitonal entre tanta fidelidad al dueño al que atacan y arrancan una costilla a mordiscos. Tú- y yo- deformado en la educación privilegiada, especial para pupilos superdotados, imaginando persistente que eres otro, un mesero que por cada terrón de azúcar que despacha consume unos gramos de sal porque él le ha declaro la guerra a los dulces ya que odia en su esposa la voracidad con la que ingiere pasteles con el café tras el almuerzo, un ballenero que clava el arpón en su presa y la trepa hasta encaramarse a lomos de la bestia que llora, para domarla y que cabalgue por los mares como imitando a Henry Fonda o a Lee Marvin, el forajido pirata que extiende el desierto y detiene el curso de los transatlánticos y confina a los capitanes y contramaestres en la funda de su revólver, hasta que se asfixian, hasta que lo tratan como a un igual. Quisiste cambiar y lo lograste. Echaste el guante a la identidad más a mano y aparecí, y no niegues que nos apañamos, errores y aciertos, pero conviniste en solitario borrarme del mapa, eras un Stalin que de los archivos secretos saca a los purgados generales que les sirvieron de apoyo. Sanaste, ya no eras bipolar.

¿De veras crees que un cadáver en el fondo del río no va a encaramarse por entre las escamas de los peces y circular invisible hasta dar contigo donde quiera que estés para soltarte una fresca, para escupirte a la cara y hacer que bajes la guardia y apoderarse de lo que nunca debió de serle expropiado? Reclamo lo que es mío, mi parte. La persona que no vive una contradicción es una efigie de mármol a la que cagan las palomas. Acata el mandamiento, conócete a ti mismo, pero no desgajes las partes, no amputes los miembros que menos favorezcan la figura acomplejada que paseas edificando prosperidad. Soy tu lado loco, el que saca las castañas del fuego cuando el carbón se secó y nadie te presta un encendedor para reanimarlo, soy un Cristo en forma de voces que en la mente hacen cosquillas y en los brazos dan sensación de amago de infarto. He regresado para quedarme, no me culpes de las decisiones consensuadas, así vamos directos al frenopático o a colgarnos de una soga y a patear una silla para probarnos Houdini que levita. Como muestra de consideración he conseguido unas balas y una culata que encaja con la palma de la mano que pongo a tu completa disposición. La pelota está sobre el tejado, recogerla o esperar a que caiga. Hagas lo que hagas será la última decisión unilateral que tomes y por la que asumas individualmente las consecuencias.

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