jueves, 11 de febrero de 2010

13º-Multitud


No sé si les ha ocurrido lo que a Robert Walser, que estando en una calle muy concurrida notó que le extraían la noción de sí y se dejó arrastrar por las gentes, perdiendo de vista el lugar hacia el cual se dirigía, depositado, como un sedimento, en la otra punta de la ciudad. No sé si es fantasía de un obseso que terminó internado escribiendo microgramas (textos de caracteres diminutos y fragmentarios) o es una sensación que padecemos a diario aunque no nos resulte perceptible. Lo que sí está probado, es la facilidad que tenemos para dejarnos llevar y seguir la corriente, por inercia. El impulso de la mayoría permite que en gasto de energías atesoremos unas reservas dignas del Banco Mundial.
Cuentan que un recién llegado a una gran ciudad desde un pueblo, dado que tenía la necesidad de mirar directamente a los ojos a las personas con las que cruzaba sufrió una variante del "síndrome de Stendhal", no porque su alma no soportara tamaña belleza, sino porque le abrumó sentirse impedido ante lo inabarcable. La masa le había causado alegría en un principio, luego desconcierto y posteriormente un mareo que le hizo caer de rodillas delante de una catedral barroca. Lo tomaron por penitente cuando ni siquiera era víctima.
Hay quien prefiere mirar las estrellas, o el diurno firmamento azul, quien lee cabizbajo porque se agobia con quehacer que lo rodea, incluso quien intenta sentir empatía, ponerse en lugar del otro y prácticar ese sincrético juego de imaginar vidas ajenas (los menos, empedernidos farsantes, escritores o aspirantes), individuos que se confunden con individuos que... ad infinitum.
Admitiré que somos partículas de una célula orgánica que nos contiene, que el ser humano es en esencia un ser sociable, en dependencia de los demás, pero tengo la fortuna de ser fumador, y me detengo en la calzada y reflexiono mientras coloco el tabaco sobre el papel, las palabras que uno de esos particulares en el que a buen seguro no habría reparado de tenerlo a un palmo de narices me dijo: A veces, y es lo que importa, sales de casa y te encuentras con alguien y cuando regresas lo haces con una sonrisa. Con recordarlo me doy por satisfecho. No se necesita demasiado para extraer de las marabuntas una única hormiga que te haga sentir pleno.

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