miércoles, 24 de febrero de 2010

21º-Identidad

Para definirme tomo prestados unos versos de Mario Sa- Carneiro: Yo no soy ni yo ni el otro, solo soy algo intermedio. Salvando las distancias, no viví los alocados años 20, tampoco planeo colgarme de una soga en un hotel de París, ni siquiera he cruzado de este lado de los Pirineos.
Admiro el hermetismo con que la mayoría dan por clausurado su modo de ser llegados a la veintena. Complejo de Peter Pan, la mía es una modificación que no sigue unos patrones, soy uno y trino, poliédrico, desconcertante. Soy en minúscula y a ratos, un sin papeles que no sabes por dónde coger, dio en el clavo aquel que como insulto me gritó: Lo que a ti te pasa es que te falta personalidad. En efecto, y a él le sobra, y no me cambio.
Según el documento que certifica que soy ciudadano con plenos derechos, he de ser tratado en calidad de adulto, porque "llevo la cabeza sobre los hombros", porque "persigo unos objetivos que en mi madurez he hecho prioridades". Pasa que el funcionario que me expedita el DNI de mí solo conoce el nombre, el apellido, la huella dactilar, pasa que las yemas de los dedos son un aditivo, que el nombre es una decisión caprichosa de tus padres que dudan entre llamarte Marcos o Enrique, y que quién puede asegurarme que ese tipo barrigudo de detrás del mostrador y yo volveremos a encontrarnos cuando en cinco años regrese, para acreditar que sigo por ahí, en carne y hueso.
El aplomo de los precoces, que invierten en bolsa lo recaudado en el convite de la primera comunión, es llamativo, más si mi actual casa está decorada con figuras playmobil y pistolas del todo a cien, y si como quien dice, tengo la concepción de las cosas que tienen los niños. Por eso los berrinches, las carcajadas espontáneas, el intercalar en una profunda disertación Dragon Ball, Hyman, el modo de producción marxista y la estética de Pocoyó, por eso que no se me tome en serio, o que me tomen de más. Las personas mayores son doctas en el asunto, pierden las maneras, su comportamiento es voluble, inesperado, quizá la razón de que los abuelos y los nietos congenian sea la sorpresa de hacer lo que les venga en gana aun a riesgo de que les suelten una torta, o que los envíen al retiro para mayores de la calle Decrépito, número 8.
¿Conocen la expresión "eres un veleta"? pues bien, la asumo, solo que en mi caso la dirección de los vientos no me la marca el parte meteorológico, Yo soy Eolo, y también, igual que en la película de Kubrick, soy Espartaco.

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